Déjame viajar en tu silencio, Señor
antes que el tiempo me llene de lamentos.
Átame los años a un palo
y vuelve a dejarme niña;
desnuda de miedos, adornada de sueños.
Llévame de tu mano, de tus pestañas
y antes de llegar a la última estación
déjame sentir de nuevo un beso de amor
que se me está olvidando, Señor,
que se me está olvidando…
María Ayala ©
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