Puedo
tolerar el peso del aire sobre la espalda que encorva mi columna hasta mutilarme la
sombra / Puedo secar la rosa de los vientos y perderla en el ángulo muerto de mis ojos.
Puedo
ahogarme en el cielo de un amanecer de hojas secas / arrullar la soledad
cansada de mis manos / beber a sorbos la oscuridad de la hora antes del
amanecer de la que alardean los filósofos y pensadores / puedo gritar a las
aves para que callen y me dejen escucharte a la distancia / puedo darle vuelta
a las palabras bajo un sol ardiente y dorarlas en un azul cualquiera / sí, todo
lo puedo en la tierra de lo posible, lo
que no puedo es dejar de extrañarte.
María
Ayala ©
2 comentarios:
Pero,... ¡yo te quiero, María!
Gracias, querido, yo también...
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