No sé cómo se prepara una despedida.
Nunca he dicho un adiós definitivo
ni a amores, personas, objetos, animales,
recuerdos,
ni siquiera a un año que termina.
A nada me aferro,
tengo bien claro que llegué sin afectos y
desnuda;
pero creo firmemente que mi vida
fue forjándose de cada uno de ellos
lo sé porque los llevo bien puestos.
Y si yo dijera adiós a uno sólo
quedaría incompleta y dividida.
Observo mi entorno…
La verdad me revela aquello que nunca quise.
No sé si la verdad “no es triste”
lo que
sí me consta es: "que no tiene remedio”…
(JMS).
© María Ayala
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