miércoles, 17 de noviembre de 2010

NOCHE

No podrá tu oscuridad
nunca herir mi mañana.
Por más que corras,
jamás podrá tu afán alcanzarla;

inútil será tu descaro
de vestirte con luz lunar
y envolverte en tu azul zafiro
pues cuando mengüe la luna su suspiro
mostrarás tu desnudez a medias

y no podrás enseñorearte
cuando amanezca,
y eternamente dormirás en tu sombra
antes que el sol aparezca.

María Ayala © (todos los derechos reservados)

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